Por: El Padre Gallo.-
Las clases sociales están muy marcadas, es en esta sociedad
donde la disparidad en la situación económica se deja ver; en forma cada vez
más notoria. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos, elevan a cada
momento su capital. Como resultado tenemos un entorno muy disparejo.
Hemos visto a través de los medios de información, como el
dinero en el país y en el orbe entero esta en manos de unos cuantos. Individuos
que amasaron grandes fortunas, la mayoría de las veces arrasando a su prójimo y
a sus competidores.
Cada día y a cada instante surgen nuevos ricos, seres cuya
única ambición en la vida es hacer crecer su riqueza. Ya dijimos que las formas
y modos para conseguirlo poco importan. No cabe poseer un espíritu ético y
moral. Su razón es lo monetario, solo eso.
Lo extraño del caso es que quien tiene, escasamente o nada
hace por compartir. Se limita a tratar de aparentar bondad y misericordia pero
solo como una estrategia mas de protección “Te doy un poco, pero no me pidas más;
ya te di”
En el mundo cada día hay mayor pobreza y poco se hace al
respecto. Se permanece a la expectativa. Los gobiernos y los distintos
organismos políticos, unidos a las grandes compañías se han encargado de
fomentarla.
Los millonarios, se dan el lujo de aparecer en los medios diciendo
que tienen tal o cual fundación pero los resultados no se ven. Por el contrario
la penuria y la inopia crecen con rapidez y tal parece que no se detendrá en su
loca carrera.
Actitudes como esta de personajes conocidos, que según ellos
desean ayudar, hacen que la comunidad emita juicios en contra. La sociedad
necesita ayuda pero también desea aprender a pescar no solo el pescado.
Las reformas en las cuestiones tributarias, las altas tasas
de interés, los economistas de la nueva era, los corruptos funcionarios,
etcétera, solo han logrado producir más pobres en el país y el mundo entero. El
ciudadano común permanece impávido y afligido por la situación económica.
Todos conocemos a alguien, que se ha hecho rico con el
trabajo de los demás. Sobajan y humillan, denigran y lastiman, una y otra vez
sin cesar. El humilde solo espera las limosnas de quien tiene, el poderoso
simula ayudar. La justicia social no hace su aparición.
No necesitamos un “Robin Hood”, tampoco un “Chucho el Roto”,
ni paladines falsos de la justicia, se requiere que los que pueden; simplemente
opten por ser caritativos. Tan solo eso. Quizá sea mucho pedir, para quienes no
están acostumbrados a ser dadivosos.
Se necesita que las personas pudientes sean magnánimas,
compartir con el que no tiene provoca alegría. El placer está en el dar, no en
el recibir. La generosidad es un gran valor y debe de ser aplicado en lo
concerniente. Para que dar más al que ya lo tiene, es mejor ser esplendidos con
los que menos tienen.
Esperemos en El Señor, que envíe su Gracia Santificante,
para que los corazones de los adinerados se vean inundados por el espíritu de
servicio. Ayudar a los semejantes produce paz interior. A donde iremos al morir
no irán nuestras posesiones. Jamás he visto una carroza rumbo al cementerio,
con las propiedades detrás. Dios nos bendiga a todos. Así sea.