Por Tadeo Herbert.-
Se dice que el
ahorcamiento es uno de los métodos más usados para acabar con la existencia. No
solo es utilizado la cuerda o mecate, sino hasta trozos de sábana, corbatas,
camisas, cinturones, etc. Es en la ciudad que han ocurrido en las últimas
semanas varios intentos para morir de esa manera, algunos de los cuales han
vivido para contarlo, otros por lo tanto han conseguido su objetivo. Los
suicidas han escogido lugares en su domicilio para realizarlo, sea en el
interior de un clóset, colgados de un árbol o incluso de cualquier lugar que
les permita atar el otro extremo de la cuerda mortal, que segundos antes ya
habían atado firmemente a su cuello. El sentir de cada persona al hacerlo es
diferente es difícil entender el hecho y los que sobreviven al caso, poco
hablan de ello, incluso hay quienes lo intentan una y otra vez hasta conseguir
su muerte. Hace unos días se dijo que un humilde ciudadano se colgó por
depresión, uno más lo hizo agobiado por las enfermedades que lo embargaban,
sobre la menor que se suicidó hace una semana poco se sabe, aunque dejó recado
póstumo. Hace dos días otra menor de la colonia Nueva Jerusalén lo intentó,
afortunadamente su madre angustiada por el hecho, la hizo descender y llamó a
los paramédicos de la Cruz Roja, quienes la trasladaron al nosocomio local de
la avenida Canales. Mencionaba un Técnico en Urgencias Médicas de la benemérita
institución, que uno de los suicidas de la pasada semana se aventó al vacío
desde la planta alta de su hogar con la cuerda ya atada y de esta manera se
partió la columna vertebral, trozando de paso la médula espinal teniendo una
muerte instantánea. Sentarse a fraguar la forma de morir por ahorcamiento no es
algo entendible, pensar en la asfixia provocada, en la opresión sobre la
tráquea y arterias carótidas, decepcionaría a cualquiera. Pese a ello los suicidios
por este método siguen ocurriendo y la ciudad matamorense se ha visto
conmovida, al enterarse por los medios de comunicación quien fue el ahorcado de
la semana o del día.