miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Pluma del Gallo. “Visita al Hospital”

Por: El Padre Gallo. Definitivamente que realizar alguna visita médica, a los centros hospitalarios con los que cuenta el Sector Salud en México; es una verdadera aventura. Es desde temprana hora que los ciudadanos que cuentan con el famoso Seguro Popular, se dan a la tarea de por al menos ese día sufrir desde las inclemencias del tiempo por las largas filas, hasta el carácter amargo; de quien se supone está para servir. Es que de que los hay los hay, por más alegría y amabilidad matinal que demuestres, esta no hace ningún efecto en el gesto agrio de los funcionarios de la sanidad. Claro está, que no podríamos generalizar al respecto pero lamentablemente la mayoría si practica esta extraña manera de cumplir con su responsabilidad. Vamos a recapitular, como les decía, llegando al centro hospitalario la vida parece ser otra. El guardia que te recibe muy adustamente, que te interroga al respecto como si fuese oficial de la Gestapo. Este guardián del lugar trata de cuestionarte a toda costa y de enterarse de que te duele, siempre me ha quedado la duda del porqué de esta actitud. Será que tiene vocación de paramédico, quizá le han ordenado sus superiores su proceder ó es uno más de los chismosos del lugar que todo lo cuenta. Uf! Llegamos por fin al sitio de información, momento, hay que esperar a que la señorita ya entrada en años termine de maquillarse. Con eso de los niños, el marido, el perro, el tráfico y el galán de ocasión no tuvo tiempo de hacerlo en casa. Por fin, ya logró quedar perfecta, al menos por unos minutos será bella. Si señor! Que suerte tenemos, por fin logramos llegar al área de consulta, ya entendí porque se nos llama pacientes. La espera es larga y hay que cultivar la paciencia. Es divertido esperar, observar en derredor no deja de ser interesante, claro no siempre. Hay a quienes no les gusta ser observados. Mira mi comadre ahí está, también vino la vecina y esa chica guapa; quien será. Oh! Es increíble, mira la facilidad de ese pequeño de hurgarse en la nariz, es tremendo. Caracoles! Tan a gusto que estaba, tendré que pararme. No hay lugares disponibles y esa anciana está de pie. Ni que hacer, soy un caballero. A sufrir la gota gorda y estas botas que me están matando, quien me lo manda. Por fin llegó el doctorcito! Es que teníamos una sesión, me dijo. Callado me quedé, aunque en el fondo me quedó la duda de si esa sesión era amorosa pues llegó despeinado y con labial muy cerca de su boca. Se sentó orondamente, sosteniendo la pluma entre sus dientes expresó cansancio y desánimo y eso que era su primer paciente, a las nueve de la mañana. Fue una rápida revisión, casi sin verme y sin tocarme. Es la experiencia que ha de tener me dije, aunque es muy joven aún. Rápidamente tomó su libreta de recetas, dio inicio a una lista de nombres ilegibles y dándome una explicación en un pseudo lenguaje médico me dijo al respecto: “Lo que pasa es que usted no se cuida, su presión arterial está por los cielos. Ya bájele a las de harina, a los taquitos, al pan y a las carnes asadas. No puede ser que siga comiendo así, cualquier día de estos le dará un infarto al miocardio, verá que si. El medicamento que le estoy recetando se lo tomará por tres meses y luego viene, bueno si sigue bien si no pues viene antes. Siga la dieta, ya le dije que su presión diastólica y sistólica anda mal. Además sus riñones están sufriendo, bueno eso me lo imagino nomás de verlo. Cuídese Don. Mire que los cajones están caros, lo sabré yo que se me murió mi abuelita” De repente mudo quedó, que bueno, mucho regaño no me agradó, además me asustó; óigame no. Bueno ya me consultaron, ahora a la fila de la farmacia a surtir la receta. Señorita buen día, me da este medicamento por favor, aquí está la receta; es del doctor Matasanos. “Caray señor, porque le dieron esto, si desde hace más de seis meses no me lo mandan. Tendrá que conseguirlo por fuera y le diré que es caro. Ni modo mi amigo, no puedo darle un vale pues no tengo formatos. Que le vaya bien. El que sigue” No supe si decirle gracias ó no, simplemente me alejé. Miren, allá va el subdirector, es el doctor Mata. Iré a saludarlo, lo conozco desde hace algunos años. Médico como estás, oye estimado lo que sucede es que me dieron esta receta y no hay medicamento, me dicen que no me pueden dar un vale porque no hay formatos “Cómo crees, ahorita arreglo eso. Señorita por favor hágale un vale al señor por el medicamento que requiere, en la oficina hay formatos y ya le he dicho que nunca se quede sin ellos que los pida días antes” Bien por el “sub”, ese si es amigo! Pero que tristeza que solo por amistad ó parentesco se te atienda, si no conoces a alguien ó no eres recomendado mí estimado amigo, largas filas y maltrato. No tendría porque ser de esta manera, urgen cambios donde la ética y la moralidad, así como el profesionalismo vayan de la mano. El sector salud se ha denigrado, lo han denigrado personas sin compromiso por los demás. Servidores que no sirven, funcionarios que no funcionan. Esperemos que con los cambios de gobierno se den las mejoras al respecto, no es justo ni humano seguir de esta forma. El trato al paciente debe de cambiar. Quien atiende a los enfermos debe de ponerse la mano en el corazón. Quizá algún día el enfermo sea él. Esperemos que los que en verdad mandan, sepan mandar con eficiencia. México requiere de personas comprometidas con sus ciudadanos, de médicos capaces y capacitados, de enfermeras de corazón. De tecnologías médicas de punta. Te lo pedimos Señor. Así sea.