jueves, 13 de septiembre de 2012

La Pluma del Gallo. “Mi amiga Rocío”

Por: El Padre Gallo. La vida de Rocío no ha sido fácil, desde que llegó a este mundo ingrato como le llama ella misma. Fue concebida bajo circunstancias difíciles, su madre una persona sin auto estima, sin pudor, sin amor. Su padre el clásico “junior” adicto a las drogas y el alcohol. La combinación de ambos hizo que el nacimiento de Rocío fuese uno más sin diferencia alguna. La familia de uno y de otra tampoco era la mejor, por una parte unos eran divorciados y por el otro lado la relación dejaba mucho que desear, era fincada en el engaño y la traición. La cuestión es que todo se conjugó para que la llegada de “Chío” no fuera tomada con la debida importancia y consideración. Sin más que decir de ello, sin más que agregar toda la historia familiar era un fracaso; un rotundo fracaso. Al transcurrir los primeros años de vida, las cosas no cambiaron para bien. Al llegar a la primaria aquella entonces pequeña empezó a sufrir como ninguna. Un mal día quiso el destino que la chiquilla iniciara su tormento, a solas en algún rincón de la escuela ese conserje maldito y sin entrañas abusó de su cándida inocencia. Acabó de golpe con las tiernas ilusiones infantiles. Por fin todo terminó y fue bajo sendas amenazas que ella callada quedó, sin poder contar su tragedia para mitigar su dolor. Sin poder gritarle a los cuatro vientos lo acontecido, sufriendo muda, llorando a solas simplemente el tiempo pasó. Al convertirse en una bella adolescente tuvo que irse a vivir a otra ciudad, con uno de sus tíos. Un hombre en apariencia honesto, practicante del honor a carta cabal. La historia debía de ser otra, no tendría por qué ser la misma. Ya lo pasado quedó en el olvido, iniciaba una vida nueva y esta sería diferente. Eso se lo repetía una y otra vez. Ahora si seré feliz, dijo. El famoso pariente era uno más del montón, un tipejo valido de la ocasión. En aquella noche sin luna bajo el manto de la oscuridad, ese deshonesto barbaján su maldita hazaña gestó. La violación se dio y hubo golpes y dolor. Una y otra vez hasta el cansancio, el suplicio llegó a su fin. Las huellas quedaron por y para siempre en el alma y su corazón. No es posible, decía en silencio Rocío, que karma estoy pagando. Los errores de mis padres y demás antecesores recaen en mí como una pesada loza, como un castigo infinito. Señor, donde está tu justicia, donde está tu rigor. Clamo a ti desesperada, ayúdame por favor. Silencio sepulcral en derredor, el cielo permaneció callado. Nadie escuchaba su petición. Tal parecía que El Supremo no existía. No había quien respondiera a su oración. Rocío se mostró desalentada, se interrogaba al respecto, mas no encontraba respuesta a sus preguntas. Fue ahí donde el llanto afloró. “Chío” tomó una decisión, no lo pensó dos veces. Caminó a la cocina siendo ya de madrugada y tomó un afilado cuchillo. Lo mantuvo fuertemente entre sus manos, lloraba en silencio. Se dirigió a la habitación de su tío, de aquel ruin pariente que la vida le dio y sin más se acercó lentamente al lecho levantando a dos manos aquel instrumento de venganza. Sin sentir remordimiento ni dolor lo dejo caer una y otra vez en el pecho de aquel hombre. Tal parecía que una fuerza sobrehumana le daba poder para seguir apuñalando a quien de ella se burló. No fue hasta que dejó de oírse el resuello que se detuvo, el cuerpo inerme reposaba sangrante en el aposento. Tranquila sin pensar en nada tomó el celular que se cargaba en un rincón y llamó a su abuelo. Le narró en pocas palabras lo ocurrido y colgó. Sin ideas en su mente, loca y trastornada, adolorida y dolida se mantuvo a la espera de que llegara el padre de su progenitor. Un hombre adusto y férreo pero que en su momento no supo educar a sus hijos. El carácter de nada le sirvió. Al llegar abrazó a su nieta, porque lo hiciste le decía. No debiste. Lloraba como un niño mientras ella permanecía con la mirada perdida, muerta en vida. Sentía que ya nadie la dañaría, que ya ninguno más se burlaría de su honor. Se había vengado y su conciencia le decía que era lo justo. Con la muerte de ese hombre se daba por bien servida, al asesinarlo a él lo había hecho con todos los que en alguna ocasión la dañaron. No se había equivocado, estaba bien. Parece cuento, una narración de película, de mujeres asesinas. No amigos lectores esto ocurrió con una amiga, con una amiga del face. Durante años me platicó su vida, fue en el chat, en inbox y algunas veces me llamó. Me siento triste y culpable. Tanto que le dije de nada sirvió. Acongojado estoy. Dirán que no es mi culpa pero en mi corazón hay dolor. Oro por el alma perdida de mi estimada “Chío”, por ahora es que no sé dónde está. Lo que cuento es lo que se, algunas cosas por ella; otras por quien realmente la conoció. No es la mejor de las historias, cuantas Rocíos estarán padeciendo algo similar a mi querida amiga. Quizá conocemos alguna, una pariente, vecina ó es posible que nuestras propias hijas. Pido al Señor por ella. Para que encuentre consuelo a su aflicción, para que olvide el pasado y vea el futuro con amor. No sé cuál será su castigo pero ya había tenido demasiado con anterioridad. Misericordia para ella te pido Señor. Padre Santo bendícela y cuídala. No es una mal alma, no. Es una víctima más de esta vida atroz. Haz que su vida cambie, dale tu bendición. Así sea.