Por: El Padre Gallo.
En los últimos de abril pasado, se celebró con bombo y platillo el día del niño. Se repartieron bolsitas con dulces, se rompieron las piñatas y hubo pasteles en abundancia. Ni que decir de los regalos que surgieron a raudales, claro de acuerdo con el poder adquisitivo de cada quien.
Los infantes siempre han sido objeto de protección, los adultos se esmeran en procurar que nada les falte. De hecho en la biblia se menciona, el valor de los pequeñuelos. Solo que por hoy, en algo ha cambiado todo esto.
La precocidad en los niños, es mucho más notoria que antes. Las razones son varias, desde las más simples como la falta de educación y valores morales a nivel familiar, hasta los medios masivos de comunicación como el internet.
Las distintas etapas de los individuos, deben de vivirse tal como son. Épocas como la niñez, la pubertad y la adolescencia, son en las cuales los detalles y las actitudes tendrán mucho que ver con el futuro; de cada una de las personas.
Es por ahora que dichos tiempos de conocimiento y aprendizaje, se han roto ó reducido por diversas acciones en perjuicio de la infancia. Lo mismo sucede en la escuela, que en las distintas iglesias; en las mismas células familiares.
Donde están esos cándidos chiquillos del ayer, esas hermosas criaturas educadas y atentas del pasado. Tal parece que ya no existen, se han perdido en medio de la nada. Pocos son los que aun prevalecen, las reglas parecen haber expirado.
El respeto por los mayores se está perdiendo, la práctica del silencio frente a los adultos; ya no se ve con regularidad. Apagar la televisión a temprana hora, ayudar con las tareas de la casa. Son mayoría los niños, que poseen una computadora, con acceso ilimitado a internet.
La inocencia se ha disipado como el humo. Aquel candor y pureza, son cosa del recuerdo. Ya no existen los pequeñuelos ingenuos, su comportamiento es distinto. Su conducta es objeto de juicio, dan que pensar y que decir; en torno a su proceder.
No es que haya escándalo en ello, quizá la evolución si es que la hay, sea de esta manera. Solo que las prácticas eran otras, en aquel entonces la educación y las buenas costumbres eran prioridad. Ahora los padres se lo dejan a los maestros y viceversa.
No pretendemos juzgar a nadie, no se trata de encontrar culpables sino de buscar y aplicar soluciones al respecto. Los padres deben de velar, por la certidumbre de sus hijos. Son ellos los que deben de encontrar la manera, de enseñarles lo mejor.
A veces por darles lo que no tuvieron ellos, no les dan lo que si tuvieron. La instrucción y formación, son importantes para los futuros ciudadanos. Los valores como la decencia, el honor, la dignidad, la castidad, el decoro, etcétera, deben de ser parte esencial; en el proceso educativo de los mas pequeños.
Ojalá que El Supremo, bendiga a todos los niños del mundo. Que las pequeñas criaturas del Señor, se libren de todo mal. Dios guarde y proteja a la niñez. Así sea.