Por: El Padre Gallo.
Cuando una mujer esta embarazada, surgen
muchas dudas en su interior. Que si los antojos, que si el mal genio, que si el
marido o compañero anda con otra; etc. Lo cierto es que durante los primeros
meses, la principal duda es el sexo del “retoño”. Surgen los comentarios, la
comadre dice que es niña, por que tiene la
“panza” de cierta forma. El compadre que será varón, porque patea muy
fuerte; que será futbolista o karateca. En fin, hasta el futuro padrino opina.
Que pasa a los nueve meses, que al ser mujer el encanto se pierde. Es
increíble, como a la fecha el sexo femenino, es un género muchas veces no
deseado. En países orientales, el ser mujer casi es un delito; incluso las
mutilan genitalmente. Lo que es peor, lo hacen públicamente, dizque para
ejemplo de las demás. Una vez que crecen, se les educa distinto que al varón,
se les da en ocasiones menos educación; se les exige otro comportamiento. Pero
que sucede al llegar a la adolescencia, por supuesto que viene la rebelión. Es
la etapa difícil, los padres muchas veces no saben ni que hacer, no hay una
capacidad efectiva de respuesta; vienen las discusiones. Estas conllevan al rompimiento
de la cordura, lo que pudo ser diferente; ya no lo es. A pesar de todo, cuando
pasa lo peor llega la fiesta; llega la famosa quinceañera. Se buscan padrinos
con lista en mano y estos al final quedan mal. Cuando es el gran día, las cosas
se complican y no todo resulta perfecto pero se hizo lo que se pudo. De pronto
aparece la niña, ya convertida en casi mujer; comamos y bebamos. Pero que
sucede cuando el cuento es diferente, cuando la niña “sale” embarazada antes de
los quince; cuando no habrá fiesta sino escarnio público. En ese momento, la
mayoría de los padres reacciona drásticamente; sin pensarlo. Llegan las
bofetadas, las acusaciones mutuas; el llanto y la vergüenza. Que van a decir
los parientes y los vecinos. Finalmente, todo llega al limite; “al mal paso
darle gerber”. En nuestra sociedad, que se hace por los adolescentes. Que programas
de gobierno existen, si en las escuelas secundarias nada se hace por ellos;
incluso hay antecedentes de profesores seductores de menores. Se necesita un
compromiso real y efectivo. Un compromiso que tome prioridad por los jóvenes,
ya que son el futuro de nuestra ciudad. Urgen medidas efectivas en todos los
ámbitos, una mayor atención y promoción en todo lugar. En especial en la religión,
ya que los sacerdotes y pastores se limitan a “sermonear” a las adolescentes en
“sus quince”. Ojala que se preocupen más por la juventud, que gobierno y
religión unan esfuerzos para obtener resultados inmediatos. Que los padres de
familia sean responsables y atiendan a sus hijos. Así sea.