Por: Emilio Vázquez Alexandre.
Como siempre encuentra uno reclamos de todo tipo a lo largo de la vida. Algunas veces con razón para el que los hace otras sin ella pero como quiera ocurre. “La Pluma del Gallo” es un humilde escritor casado y como tal tiene que acompañar algunas veces a su pareja a ciertos lugares. El día de hoy me tocó estar en una conocida estética de la ciudad. Por lo que a mi corresponde no tengo mucho pelo que peinar. Pero usted amigo lector sabe como son las mujeres obstinadas como ellas solas.
Pues bien en lo que estábamos. Resulta que al no ser uno mas de los clientes de este peculiar señor del “cepillo y la tijera”. Estuve observando a mí alrededor notando situaciones muy singulares en el comportamiento de la persona en cuestión. Es que verdaderamente son seres humanos muy especiales en su léxico y tono de voz. Prosigamos el me comentaba que había leído mi columna periodística en mas de una ocasión. En especial la de ayer que hablaba de mi entendimiento en una opinión muy personal de las mujeres.
Me hizo un reclamo abierto sobre el ya famoso “orgullo gay”. Les anticipo que no se mucho al respecto pero valoro su existencia en este cada vez mas conflictivo planeta. Jamás podría decir que los entiendo perfectamente y menos aun que me identifico con ellos pero los comprendo. Cuando Dios tomó la decisión de permitir su existencia lo hizo como una forma de vida más. Estoy seguro que no es un proceso bioquímico ni un estilo de vida mucho menos un fenómeno cíclico. Sino que cada uno de estos personajes tiene un estilo propio y necesidades diferentes.
Pues bien seguí dialogando con este señor. El me decía que cada vez son más las personas de esta preferencia sexual que están abandonando su vida de tabú a la que la sociedad los obliga. Cada vez más se están decidiendo abiertamente a socializar con los demás. En algún episodio de nuestra vida todos hemos convivido de cierta manera con alguien así. Son seres en ocasiones hasta repudiados por su propia familia personajes que viven en soledad. Que habitan en un desierto al que son llevados por el escarnio y la humillación de los que se dicen civilizados. Aun así están sacando fortaleza de su interior y haciendo cosas grandes. Son entes normales que se apoyan mutuamente cuando están en desgracia a causa de otros.
Falta mucho por hacer para evitar la discriminación por causa de la predilección sexual. Debemos de aceptar plenamente el cohabitar todos juntos como lo que somos hombres y mujeres con alma. Estamos obligados no solo por mandato divino a velar por el prójimo sino por la misma voz de la conciencia. Ojala que la vida no sea tan cruel con ellos pues han sido siglos enteros de sufrimiento. Así sea.