Por: Emilio Vázquez Alexandre.
Dice el dicho popular: “que para gato viejo ratón tierno”. Así lo aseveran una gran cantidad de situaciones diversas, en las cuestiones afectivas y emotivas de parte de la sociedad. Las relaciones extramaritales entre personas de diferente edad, se dan sin medida alguna. No hay una forma única para que estas ocurran, solo sabemos por que lo observamos que cada día son mas. Ya se ha vuelto común que esto pase a ser parte de la naturaleza humana, una y otra vez pasa esto sin remedio. Sociológicamente esto es posible y siempre tiene efectos posteriores la mayoría de las veces negativos.
Conocemos casos cercanos donde nuestros amigos y vecinos, están viviendo momentos parecidos a los ya mencionados. Lo mismo es en ambos casos de hombres con mujeres menores que viceversa. El contexto es el mismo y con resultados parecidos solo cambia el orden de los eventos. Lógico que al ser la humanidad machista los resultados se cargan estadísticamente a un lado. Es mas frecuente ver públicamente a un hombre con una chiquilla que al revés.
Aun así y en base al derecho esto no es aceptable, menos aun si se trata de menores de edad. La ley lo juzga con mano de hierro sin oportunidad alguna para el acusado. Este al verse con las pruebas en contra solo se pregunta en su marasmo, si lo que hizo esta mal y fue por amor porque no hay benevolencia. Las reglas no están basadas en el afecto ni fincadas en el amor y la pasión. Estas fueron hechas para juzgar sin misericordia cuando la falta sucede, las circunstancias obligan a los que legislan a actuar de esta manera.
En la criatura también podrá existir el amor pero este no debe de ser demostrado sin pudor, pues las edades no son las estimadas para ello. Todo debe de ser en tiempo y forma para que salgan las cosas como Dios manda. De lo contrario las consecuencias son desagradables y funestas. El cariño ha sido derrotado por la reglamentación de las cuestiones del amor. De que vale que la adolescente defienda como fiera herida el amor de su vida, si la ley de los hombres opina lo contrario. De que sirve que el hombre haya comido del fruto prohibido, si lo único que consiguió con ello es perderse tras las rejas de la prisión.
La sociedad no entiende muchos de los efectos y las causas solo se da cuenta que ahí están. Las relaciones entre adultos y menores son parte de la vida, se han mantenido como fuente de la juventud. El gato al “comerse” al ratón se fortalece y se llena de alegría. La experiencia que deja todo esto solo se percibe con el uso y dominio del poder. No estamos de acuerdo con este proceder, pero de que existe y de que cada vez pasa con mayor frecuencia así es. Esperamos que las jovencitas no se vean inmiscuidas en esta extraña situación. Así sea.
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